lunes, 21 de febrero de 2011

Y hablando del Kybalion...

Este libro sabe a otros, y no sé si es porque sólo es el reflejo de los demás, o como se lee en el propio Kybalion, es el principio de toda la sabiduría que ha influenciado a otros. Suena bonito pensar en que sí hay un tesoro ancestral primigenio de la humanidad; pero el punto aquí es analizarlo de un modo distinto. Pienso que puede abordarse justo del modo en que fue introducido: dentro del tema del conocimiento.

Inicialmente la lectura tiene un problema inevitable: su presentación. Llega como tema esotérico, y eso trae consigo la desventaja del poco prestigio o incluso descrédito que tiene este término, porque suena a mentira, a trampa, a brujería, a charlatanería, con lo que menos se asocia es con un conocimiento pre-científico. Esto significa partir del prejuicio.

Partir del prejuicio no es pues, una opción. Y para hacer que los prejuicios dejen de influenciarnos, se tienen que reflexionar, es decir, habrá de tocarse el tema en actitud hipotética, neutralizando contextos personales hasta donde nos sea posible. Iniciemos entonces suponiendo sin conceder, como dicen los abogados, que es cierto lo que plantea el Kybalion. Me parece que esta sería la actitud más razonable para tratarlo.

El Kybalion es una presentación de lo que el hombre puede llegar a ser. Esto para empezar, a los prácticos, a los escépticos, o sea, a la gran mayoría les va a sonar, permítaseme la expresión, una marihuanada. Van a decir, si no hay nada más real que el hecho de que tengas un buen trabajo, buen coche, buena casa, lindas amistades, de ser posible no trabajar, tener dinero suficiente para darnos la buena vida que nos merecemos, a mí enséñame a hacer bien mi trabajo para lograr mejor calidad de vida. Bueno, es una opción válida, y nada despreciable, sí sé es únicamente pragmático (o tal vez el término adecuado sería superficial y vano).

El Kybalion es conocimiento sobre cómo llegar a ser mejor como ser humano, es para todos aquéllos que quieren probar sus propios límites, y llegar al máximo. Es una exposición de lo que han conocido los maestros en el arte de ser diferentes al común. Pero este camino no es para todos, aunque sean muchos los llamados, son pocos los elegidos. ¿Y por qué tal injusticia?, en realidad es muy fácil la respuesta: porque no lo desean, y aún si se les explicara largamente, jamás lo entenderían. (El maestro aparece cuando el alumno está listo).

Para emprender el camino del crecimiento interior se requiere desearlo fuertemente y por mucho tiempo, además exige un trabajo individual muy arduo, asimismo es indispensable contar con la ayuda necesaria de quienes ya emprendieron antes el camino. Según se entiende, son diferentes factores los que deben confluir, si falta alguna condición el hombre jamás se desarrollará. Con lo anterior tenemos que los humanos que han logrado realizarse no son pocos, sino escasos, pero ello nos da dos conclusiones, una que es posible el desarrollo a niveles superiores, y dos, que la mayoría seguiremos siendo seres comunes.

Este conocimiento implica conocer los principios que rigen el entorno, pero antes debe comenzarse con uno mismo. El hombre que quiere desarrollarse deberá establecer qué sabe, y qué no sabe. Y lo extraordinario en este punto es el hallazgo de que uno no sabe hasta qué punto no se conoce. Por ejemplo, hoy digo “te amo” con una profunda convicción, llega mañana y digo con la misma infinita convicción “no te amo”; otro ejemplo, ¿qué tan conscientes somos de nosotros mismos?, mira el reloj durante un minuto mientras repites “yo soy (y dices tu nombre)”, sin que otro pensamiento te turbe, solamente concentrándote en ti; podrás notar que con gran esfuerzo lo habrás logrado, y esa es tu capacidad para centrarte en ti mismo, entonces imaginemos qué tanto podremos concentrarnos en el exterior, es decir, si no me conozco, si no sé mis limites, cómo pretendemos conocer el entorno.

En realidad parece que nos atribuimos inmerecidamente muchas cualidades y capacidades que asumimos que tenemos pero de las cuales sólo nos hacemos ilusiones. Por eso algunos incluso dicen que somos máquinas, marionetas tiradas por hilos invisibles, factores externos que determinan nuestro actuar.

Esta obra milenaria es pues, una exposición de sabiduría, de conocimiento sobre sí, sobre el entorno. Es también la prueba de que han existido seres diferentes. Esto último no puede negarse. Entre ellos Siddhartha Gautama, Jesús, los maestros de las artes marciales orientales, incluso aquí en México, ¿han escuchado hablar de los nahuales?, personas con poderes que se transforman en animales (transmutación mental a niveles superiores), sí suena loco, pero hay incluso literatura que trata sobre personas con poderes superiores, como los libros de Carlos Castañeda. 










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